La forma en que el mundo enfrenta el desarrollo en todos sus ámbitos es objeto de una revolución total. Tradicionalmente, las organizaciones han enfocado su esfuerzo pleno a cuidar la calidad, la optimización y la eficiencia con la finalidad de obtener el máximo rendimiento posible. En consecuencia, toda su estructura, su personal y su cultura, han sido alineados y preparados para no cometer errores. Por esta razón, tratan de adquirir la mayor habilidad y el mayor talento analítico posible. Es ésta, precisamente, la razón por la que universidades y escuelas de negocios se han esmerado en desarrollar este importante espectro intelectual en sus estudiantes: las habilidades científicas y gerenciales. ¿Cómo lo han hecho? Mediante la entrega de conocimiento explícito en razón de las exigencias y requerimientos de la industria, los negocios y el mercado de trabajo en general.
A pesar de todo, cerca del 80% de los nuevos productos y servicios fracasa antes de cumplir seis meses de haber salido al mercado; 1(Osorio HBR). Además, en Latinoamérica cerca del 95% de las empresas recién creadas desaparecen antes de cumplir los primeros dos años de vida. Es común observar que los CEO, gerentes y emprendedores, realicen grandes esfuerzos para concebir y lanzar nuevas propuestas de valor y aun así, no logran obtener los resultados proyectados. Es cada vez más frecuente escuchar historias que narran cómo a pesar de haber realizado la mejor estrategia, de haber reunido al mejor equipo, y de haber contado con la información más confiable, proveniente algunas veces de la mejor empresa de consultoría, no les ha sido posible evitar el fracaso. 2(Osorio HBR)
Por otro lado, muchos sabemos que para que una empresa o institución sea capaz de sobrevivir y crecer, necesita innovar en productos, en servicios y en los propios modelos de negocios. Para que las economías de los países emergentes terminen por dar el gran salto en el tema del desarrollo económico y social, dependen en gran medida de la creación de pequeñas y medianas empresas…
