Autor invitado: Julio César Ocaña
No son éstos, tiempos propicios para la utopía”, nos recuerda don Adolfo Sánchez Vázquez (†).
―Más aún, don Adolfo, sepultureros de la utopía abundan, y son bien pagados por cierto…
“Utopía” es un concepto renacentista (si bien ya de utopías etéreas escribía Platón). Pienso en “Utopía”, la clásica de Tomas Moro, pero también en las utopías de Campanella y Bacon, y en la de Morelly, en el siglo de las luces. Por supuesto, en las de los socialistas utópicos, ya entrado el siglo XIX (Saint-Simon, Owen, Fourier y Cabet). Pienso también en la utopía de Marx y Engels.
“El hombre libertario seguirá creando sueños y tramando utopías hasta el fin de sus días”
(Cartas desde Berlín, p. 20)
Aunque no es guisar enchiladas, eso de tramar utopías. Ya lo sabemos, dolorosamente lo sabemos. Por eso, creer en utopías no es cosa de hombres comunes, es misión histórica de Caballeros andantes…
Acabo de releer El ingenioso Hidalgo don Quijote de la Mancha. Me sumergí en la loca y sutil, aunque profundísima sabiduría de su protagonista, y me solacé con su cándido humor, con ese humor que para Octavio Paz es “el gran invento” de los tiempos modernos, invento que debemos a Cervantes, fundador del arte de la novela (junto con Rabelais), y padrino de la era moderna, en opinión de Kundera (al menos en la literatura, reflejo elaborado de la realidad).
Pues bien, me detuve un poco más en el Capítulo XI (I) a pensar y a repensar el discurso de Don Quijote donde se refiere a esa “dichosa edad y siglos dichosos aquellos a quien los antiguos pusieron nombre de dorados, y no porque en ellos el oro, que en esta nuestra edad de hierro tanto se estima, se alcanzase en aquella venturosa sin fatiga alguna, sino porque entonces los que en ella vivían ignoraban estas dos palabras de tuyo y mío…”
Discurso inexorable que da pie a esta aventurada reflexión que gustoso comparto, de la mano, debo decir, de los preclaros encaminamientos del respetable filósofo hispano-mexicano Adolfo Sánchez Vázquez…
Autor invitado: Julio César Ocaña